sábado, 8 de noviembre de 2008

MONCAYO I

"Senemque veterem Caius nivibus" = "El viejo Moncayo encanecido por sus nieves" (Marcial)


La leyenda continúa anidando en mi corazón, sigue aleteando por los alrededores con la nebulosa de la memoria inconclusa. Ya contaba el poeta latino - aragonés Marcial que el Mons caius (Monte cano) aparecía siempre emblanquecido por sus nieves.


Las leyendas de la zona remontan su origen a las continuas peleas entre Hércules y Caco: éste robaba bueyes de Hércules, les ponía las herraduras de sus patas al revés de modo que parecía que se los llevaba en dirección contraria; los escondía en cuevas cercanas (diversos pueblos de la comarca presentan sus cuevas como lugar donde Caco tenía las cuadras de sus hurtos). Eran tan fieras las disputas entre ambos, que a base de pedradas formaron la orografía del terreno con sus diversos valles y numerosos ríos, brechas y brañas surgían en el fragor de las continuas peleas; cuando, finalmente Hércules termino con su oponente ladrón lo enterró bajo una piedra inmensamente grande que hoy llamamos El Moncayo.


Lo cierto es que nosotros dejamos el coche en el Santuario de Nuestra Señora del Moncayo, después de atravesar mágicos paisajes de hayas y robles. Antes hemos dejado múltiples pueblos, entre ellos los de esdrújulo nombre: Gómara, Ólvega, Ágreda. El viaje es variado y bonito por él mismo; paisajes, colores, pueblos, secanos y agricultura van despertando nuestros ojos de amanecer.
Allá estamos Ana, Juan Pedro, Jose y yo con nuestras botas de montaña, el sol en las cumbres y nosotros ocultos entre las sombras de la mágica cumbre. Hoy Munia y Pipa se han quedado al cuidado de Marga y Aurora a quienes agradecemos su cuidado de las perras en estos viajes más largos, agradecemos su cuidado de nosotros en todas las ocasiones y su ánimo constante en nuestra vida. A ellas debemos el Moncayo y la vida incluso. ¡Va por ellas nuestra subida!
Javier Agra.


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