viernes, 26 de diciembre de 2008

PICO TRES PROVINCIAS

Ya estamos en la cumbre. La vista es grandiosa, seguramente tenemos las cumbres para que nuestra visión se dilate más allá de las pequeñeces de cada día. Desde aquí la perspectiva es más completa y también más compleja la realidad. Bajo nuestros pies, la verdad de la montaña es grande y es nuestra montaña; pero seguimos prolongando la vista y entonces ¡cuánta verdad divisamos en forma de montaña!
Aquí mismo se mezcla la verdad, bajo nuestros pies, en forma de diferentes provincias. Ahora ves Madrid grandiosa y ya estás con la vista en Segovia la llana o Gualajara hermosa. Y son distintas y son iguales: la verdad de la naturaleza asoma ahora en forma de bosque, un momento después de llanura inmensa, enseguida como múltiples edificios. ¡Qué dilatada es la verdad desde la montaña!
Y más lejos: aquello es Soria, por allí aparece Aragón, Ávila está a un golpe de mirada. El montañero sabe que no puede cerrar los ojos pues la belleza se posa detrás de cada piedra y en cada montaña se encierra una palabra de aliento, de esperanza, de verdad y de paz. Posa la mochila y escucha el murmullo de las águilas que cuentan historias de otras tierras. ¡Más allá de nuestra vista siguen soñándose más verdades que aguardan!
Ortega y Gasset hablaba de la verdad desde la perspectiva de la manzana ¡depende desde dónde la mires, clamaba! Tendré que volver a leer sus palabras; también a Unamuno, cuántas horas hemos paseado juntos: él hecho libro, yo arrastrando mis pies por esta tierra. La misma que hoy está dilatada e inmensa desde la cumbre del Pico Tres Provincias o Cebollera Vieja.
Casi lo olvido. Desde Madrid se va por la carretera de Burgos hasta el Puerto de Somosierra, por la carretra vieja, hasta el pueblo. Aparcad el coche en la gasolinera y caminad: subiendo por la amplia pista hasta el pinar y más allá la cumbre espera. A medida que el montañero camina va dejando atrás pinos y pistas. Me gustó mucho una subida a la línea de cumbres que sale muy clara, pendiente arriba más allá de cruzarnos en el camino con el arroyo Pedrizas. Esta variante la hicimos por primera vez cuando nos acompañaban Ana y Juan Pedro, que son valientes y les gusta investigar sobre otras puntos de vista de la verdad. Otra vez llegamos a la meta con nieve: depende de la época del año. ¡De tantas cosas depende la verdad! ¡Pero busca siempre, la encontrarás! No te canses nunca: para este camino con seis horas tienes suficiente, y acaso te sobre; para la verdad, necesitas más.
Javier Agra.

martes, 23 de diciembre de 2008

DE ESTÓS A ÁNGEL ORÚS (entre refugios)

Allá abajo, donde comienza la vegetación, se asoma diminuto el Refugio de Ángel Orús.

Las agujas de Perramó sorprendidas en el momento en que los árboles del entorno llegan a rendir pleitesía.


En medio de un paisaje lunar tiene su asiento el Pico Dels Corvets


Las últimas estrellas son la cremallera del cielo que abre su chaleco para mostrarnos la aurora. El desayuno en el Refugio de Estós ha sido enjundioso como corresponde a una jornada aventurera como la que nos ocupa; sin tiempo ya para el sueño, espantada la modorra y la voz acoplada después de los primeros saludos a quienes comparten mesa y a quienes te vas cruzando. La vida del montañero es fiel y sabes que donde llegues vas a saludar y encontrar siempre una palabra de ánimo y un mapa de solidaridad.

Y ahí estás tú, con la mochila a la espalda, chapoteando en medio del agua, caracol de la montaña o, acaso, águila de alas desplegadas. Abajo queda el arroyo, has subido a la falda de la siguiente montaña. En el Pirineo los valles son una sonrisa verde y clara, al principio bañados de noche y muy pronto entre luces del alba. De pronto eres grande en medio de una explanada, al momento te pierdes entre la vegetación enmarañada.

Y ahí estás tú, sudando bajo la gorra blanca. Ahora mariposa entre los pinos, ahora gacela de peñascales. El tiempo camina más ligero, pero no te inquieta el ánimo: hoy el sol es muy largo y ha tendido un mantel de luz para que puedas caminar despacio por las montañas. Un respiro junto al próximo ibón para un trago de agua, de nuevo la mochila y más camino... La naturaleza está viva y con la respiración común formamos parte de la misma vida.

Y ahí está tú, están los corzos, las lagartijas, las aves que miran y cantan, los otros montañeros que dan y reciben tu palmada, están los arroyos con su caravana de agua, la vegetación que es verde y parda, la tierra de firme textura, las gruesas piedras que fruncen el ceño al oír las pisadas humanas. En tu caminar lento no sabes si pesas más que la piedra o menos que la larva del húmedo charco por donde pasas. La vida está puesta para que la cantes, la acaricies y la compartas.

Pero esta tarde estás fatigado, ha sido dura la jornada. Han pasado muchas horas desde el inicio al Collado de la Pllana, la vista es tan maravillosa que te has podido tragar varias moscas a lo largo de la jornada. Te sientas mirando hacia atrás ¿quién sabe cuando volverás a ver este paisaje lunar que rodea el Pico Dels Corvets, de un misterioso y fulgurante color negro como los cuervos de Castilla que aquí tienen su propio reino? ¿quién sabe si regresarás hasta las agujas de Perramó que ahora guardas en tu corazón? Y comienzas la bajada, allá lejos el refugio te aguarda... ¡parece tan pequeño! Camina, acércate y verás como se agranda.
En el Refugio de Ángel Orús te has sorprendido de lo grande que es, la ducha de agua caliente y el café te han reconfortado. Aquí has vuelto a saludar a otros montañeros que han hecho tu mismo camino - normalmente la mayoría han llegado antes que tú - o saludas a las caras nuevas como si fueran amigos de la infancia, mientras te quitas una piel o te curas una ampolla. La tarde sigue su ritmo, en el sosiego conversas, escuchas y callas mientras esperas que las sombras pongan en el Pirineo el misterio iluminado por las estrellas.

Javier Agra.

sábado, 20 de diciembre de 2008

POSETS

La Canal Fonda es un grandioso desfiladero, paso obligado, en mi ruta, para llegar al Posets. Antaño almacenaba más nieve, estos últimos veranos se cruza con prudencia sin más problemas. Mejor, de este modo podemos emplear el tiempo para el júbilo.

Maravillosa vista del Posets desde el refugio de Viadós. El Pirineo es tan admirable que para donde variamos la mirada descubrimos hermosura.


Desencajado el rostro. En veintitrés años nunca me había sucedido una cosa semejante. Busqué con urgencia e inmediatamente me di cuenta de que mi angustia carecía de base. Me había dejado la carpeta al lado mismo del ordenador en el que la víspera empleara varias horas dando forma a la obra de teatro que estamos trabajando. No era la carpeta el motivo de mi premura, sino unos documentos de cierta importancia que pasearon conmigo durante todo el día.

En los segundos de satisfacción inmediatamente posteriores al encuentro con los documentos, me relajé pensando en la subida al Posets. Habíamos llegado Jose y yo al refugio de Viadós y, después de una travesía maravillosa, grandiosa y muy adjetivada en positivo, estábamos ya en el refugio Ángel Orús. Hoy tocaba el segundo del Pirineo, tras el Aneto (otro año lo subiré, este no estaba en la ruta). Bostezaban las estrellas en el firmamento, los aledaños del refugio formaban una colosal manada de mamuts - tales me parecían las montañas con su tenue respiración de la mañana - entre la niebla que arropaba el entorno con impenetrables sábanas.

El camino desde el refugio es claro, trepar y trepar sorteando alguna roca, descubriendo valles de ensueño que parecen distintos cada momento según el abrazo del sol o el contraste de la niebla. Un arroyo -el Pirineo está sembrado de arroyos de múltiples tamaños, con nombre o anónimos; puedo hablar con todos, tengo tiempo -; un arroyo, digo, me muestra entre la música de los violines un puente de piedra que los siglos y los glaciares colocaron esperando este momento único de mi paso.

La vida de la naturaleza es un milagro que se desvela para cada uno cuando llega el momento de cada persona. Es una flor inmensa que abre su amplitud de colores y formas para cada uno. Solamente pasea y mira. En estas meditaciones sudorosas nos asomamos a La Canal Fonda... se me asombra el corazón... me sale la sonrisa al rostro... y se me impresiona la vida toda de tanta maravilla. Me dice Jose que hace años, la nieve era mucho más abundante.

Comienza el ascenso definitivo con orientaciones de los que caminan a nuestro lado, opinamos unos y otros sobre el mejor lugar para la subida: en la montaña dependemos unos de otros y nadie permanece aislado, los idiomas se mezclan y los corazones se entienden. En la cumbre el sudor es el mismo y el mismo esfuerzo; en la cumbre común, los rostros no tienen fronteras. Y la mirada al infinito... la luz... en el Posets somos parte del rostro del cielo y de la tierra.

Javier Agra.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

CERRO VENTOSO

Hermosa meseta a casi dos mil metros de altura. Tú, Cerro Ventoso de humilde nombre, tienes los ojos iluminados por el azul del Guadarrama. Yo he visto, sentado entre tus peñas, el vuelo solemne de las águilas y los juegos monótonos de los grillos. Meseta y paseo podría ser tu nombre, pues sobre tu lomo cabalgan las pisadas del montañero, minutos sin cuento mientras asoman a sus sienes ternuras de otros juegos.
Viejo compañero, aunque no te den el nombre de montaña - no te acomplejes de ser cerro - tienes en tus praderas grabado el sonido del viento. ¿Recuerdas...? Mi primera visita fue para subir a Siete Picos. ¿Recuerdas... Aquella otra vez que llegamos desde la senda de los Alevines?, nos acompañaba Cristina, con Lilu su perra, la nieve había borrado toda senda, nuestros pies hacían nuevo el sendero hasta tu cumbre. Era una buena nevada la que había caído los días anteriores. Nuestro paseo era una mezcla de saltos y de vaho de la respiración fatigada por el esfuerzo. Mientras reposábamos en tus rellanos, Cristina nos contaba una teoría de la evolución del lobo hasta ser perro y aún cambiar la forma de aullar por el actual ladrido. Cristina entiende mucho de perros, de montañas, de escalada, de espeleología y de tantas cosas...
Por si quieres hacer solamente este recorrido, amigo lector, te diré un paseo circular: aparcas el coche en las Dehesas de Cercedilla. Calzado de botas y con la mochila a la espalda, subes por la calzada romana hasta el Puerto de la Fuenfría, por el pinar de la derecha subirás hasta el Cerro Ventoso y allí disfruta, de la luz y de las vistas, del aire y de la tierra, de la paz y del infinito, mira lejos y mira en tu interior, medita y canta. Lo cruzas hasta bajar al Collado Ventoso y regresa a las Dehesas por el camino Schmid. En cuatro horas lo has recorrido, pero puedes emplear mucho más y aumentar el tiempo de gozo. Desde el collado tienes diversas variantes, pero hoy te propongo disfrutar del solemne Cerro Ventoso.
Javier Agra.

lunes, 8 de diciembre de 2008

¡BUENOS DÍAS!

Preciosa vista de montañas asturianas bajando de Peña Ubiña, hacia el refugio de Meicín, en Asturias, al oeste de Picos de Europa.

¡Buenos días!

Quien me saludaba era una señora - de las de antes - que estaba paseando en dirección opuesta a la que llevábamos Pipa y yo, una mañana otoñal con niebla y su ligerísimo calabobos. Para mi fue una iluminación que me salió al rostro en forma de sonrisa para responder: ¡Buenos días! Durante el resto del paseo -me crucé con tres personas antes de llegar al parque - saludé emocionado y no volví a encontrar respuesta, más por despiste que por desconfianza.

Esto viene al caso de lo que me dijo Pipa antes de salir de casa: - "¡Mira a ver si saludas tú a las personas, "esaborío" que me mandas a mí para que haga zalamerías y tú te olvidas de tus semejentes!" Estaba yo pensando en esas jaculatorias que Pipa me da cada mañana como meditaciones para la vida, cuando me llegó el saludo sonriente de la dama paseante.

Por cierto, el nombre de la imagen de las montañas que encabezan este escrito lo pondré cuando me lo diga Jose. ¡Caray, todo lo que sé de montañas me lo ha enseñado Jose! Soy un analfabeto montañero. Ahora que lo pienso, si estoy escribiendo es porque mi hija me ha programado esta ventana al mundo: soy un analfabeto tecnológico. Y si estoy aún entre los humanos - más real que metafóricamente - se lo debo a mi mujer Aurora: otrosí soy un analfabeto vital. Puesto a recordar, resulta que tener lámparas en casa se lo debo a mi hijo: analfabeto electrónico.

Incluso mis aficiones nacieron desde mi analfabetismo: el teatro se lo debo a Ana Pelegrín; la música a Aurrecoechea - ¿comó se llamaba aquel sabio vizcaino que me enseñó a degustar las primeras notas musicales? -; la escritura al periodista francés Ander Landáburu. Al teatro, le debo conocer Suecia e Islandia... ¡Soy un analfabeto general! Cada cosa que existe en mi vida se la debo a otros...

- "¡Claro. Por lo menos aprende que los humanos dependeis unos de otros y que todos estais en igualdad de altura cuando se mira al corazón!" (Creo que he pensado en alto, salvo que Pipa me lea el pensamiento, que puede ser. Ella no es analfabeta).

Javier Agra.

martes, 2 de diciembre de 2008

LA MALICIOSA DESDE MATAELPINO

Tened cuidado, buenas compañeras, no resbaléis sobre la cumbre helada.
Allá al fondo, la vieja Maliciosa culminada por su castillo de nubes.

El coche quedó aparcado pasado el chalet de la carretera de Mataelpino a Becerril, donde está el alto poste de la luz. Abajo el sol nos abraza las orejas y las manos ateridas por el frío otoñal de la mañana. Allá, a lo lejos, en la vieja Maliciosa, la nube domina con su castillo. ¡Venid, montañeros! ¡Vamos! El sendero está muy claro, paso a paso junto al arroyo de la Gargantilla subimos pausados entre las jaras y las hermosas piedras. ¿Están puestas para nuestro disfrute? ¿De cualquier modo seguirán allí aún cuando no las veamos? Seguramente hace un montón de miles de años, cuando la naturaleza vivía despacio, sin responder al control de los humanos, en este valle habría grandes hielos, poderosas lagunas que hoy recordamos al ver las láganas pulidas por los siglos.

Al fondo del valle, la pendiente se hace vertical. Ya nos ha pasado un grupo de montañeros. Nuestro paso es firme, pausado, atemporal. Con cada pie apoyamos en la montaña siglos de sosiego y meditación. El sonido de alguna breve cascada sueña, en este circo natural, que es inmensa caída de algún bravo río. Sin duda este arroyo es bravo, no por su caudal - más bien discreto - pero si por su constancia machacona: ¡escucha, escucha, escucha...!

Los montañeros y nuestras perras, que no tenemos nada mejor que hacer, escuchamos al arroyo - que ya se imagina caudaloso río - a las aves y a las plantas que susurran misterios a nuestro paso. La última parte de la subida fue dura: rocas, viento, nieve helada; paso a paso, hacemos cumbre en la montaña. Y la vuelta.

Otra vereda, otro intento: ¿Por la cuerda de los Asientos? ¿Por la cuerda de la Luna? Seguramente estos nombres responderán a que somos los primeros en pisar estos peñascales. Seguramente siempre habrán pasado otros por estos lugares, ya decía el filósofo griego Heráclito de Éfeso aquello de "panta rey" "todo fluye" "no hay nada nuevo bajo el sol" para indicar que todas las cosas han ocurrido ya alguna vez antes de hoy. Es posible, no lo se. Lo cierto es que cuando, por fin llegamos al sendero conocido, nuestros rostros se volvieron a encajar al tiempo que Pipa y Munia nos miraban diciendo que habíamos estado perdidos. Perdidos y encontrados, en permanente búsqueda, es la situación natural de los humanos. Así estamos también nosotros, en la montaña y en el llano.

Javier Agra.