martes, 2 de diciembre de 2008

LA MALICIOSA DESDE MATAELPINO

Tened cuidado, buenas compañeras, no resbaléis sobre la cumbre helada.
Allá al fondo, la vieja Maliciosa culminada por su castillo de nubes.

El coche quedó aparcado pasado el chalet de la carretera de Mataelpino a Becerril, donde está el alto poste de la luz. Abajo el sol nos abraza las orejas y las manos ateridas por el frío otoñal de la mañana. Allá, a lo lejos, en la vieja Maliciosa, la nube domina con su castillo. ¡Venid, montañeros! ¡Vamos! El sendero está muy claro, paso a paso junto al arroyo de la Gargantilla subimos pausados entre las jaras y las hermosas piedras. ¿Están puestas para nuestro disfrute? ¿De cualquier modo seguirán allí aún cuando no las veamos? Seguramente hace un montón de miles de años, cuando la naturaleza vivía despacio, sin responder al control de los humanos, en este valle habría grandes hielos, poderosas lagunas que hoy recordamos al ver las láganas pulidas por los siglos.

Al fondo del valle, la pendiente se hace vertical. Ya nos ha pasado un grupo de montañeros. Nuestro paso es firme, pausado, atemporal. Con cada pie apoyamos en la montaña siglos de sosiego y meditación. El sonido de alguna breve cascada sueña, en este circo natural, que es inmensa caída de algún bravo río. Sin duda este arroyo es bravo, no por su caudal - más bien discreto - pero si por su constancia machacona: ¡escucha, escucha, escucha...!

Los montañeros y nuestras perras, que no tenemos nada mejor que hacer, escuchamos al arroyo - que ya se imagina caudaloso río - a las aves y a las plantas que susurran misterios a nuestro paso. La última parte de la subida fue dura: rocas, viento, nieve helada; paso a paso, hacemos cumbre en la montaña. Y la vuelta.

Otra vereda, otro intento: ¿Por la cuerda de los Asientos? ¿Por la cuerda de la Luna? Seguramente estos nombres responderán a que somos los primeros en pisar estos peñascales. Seguramente siempre habrán pasado otros por estos lugares, ya decía el filósofo griego Heráclito de Éfeso aquello de "panta rey" "todo fluye" "no hay nada nuevo bajo el sol" para indicar que todas las cosas han ocurrido ya alguna vez antes de hoy. Es posible, no lo se. Lo cierto es que cuando, por fin llegamos al sendero conocido, nuestros rostros se volvieron a encajar al tiempo que Pipa y Munia nos miraban diciendo que habíamos estado perdidos. Perdidos y encontrados, en permanente búsqueda, es la situación natural de los humanos. Así estamos también nosotros, en la montaña y en el llano.

Javier Agra.

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