domingo, 6 de septiembre de 2009

ANAYET (II)

Esta imagen, amigo lector, que aquí dejo para tu contemplación, es una Oda a la vida. Culebrea el camino por la derecha, siempre en ascenso feliz camino de los Llanos de Anayet, que están tras esa loma y justamente, en este punto, el futuro está más escondido. ¡Estamos llegando a la amplitud de visión y no vemos, estamos en la esperanza! Verdes y ocres, pradera y piedra reciben el agua al unísono. Y los montañeros ascienden, llanto y sonrisa, pues el Anayet espera.
Hemos dejado las mochilas junto a una piedra en el Collado Rojo. Ahora continuamos a pie por estas zonas de trepe y precaución. Tras un breve pedregal está la cadena que nos ayudará a subir a la montaña - seguramente sin un firme punto de apoyo no hubiera sido posible para nuestras solas fuerzas y nuestra pericia más bien escasa -. La montaña tiene multitud de aspectos, colores, pasos, diversiones, esperanzas, sueños... Recréate en la foto de este paisaje - instantánea que Jose pone en esta página y ambos guardamos en la retina y en el alma ya para siempre -. En la montaña se puede dejar la mochila durante un tiempo largo, para recogerla al regresar. Todavía es un espacio de confianza. A nuestro regreso, otros montañeros también habían dejado sus macutos y algunos bastones de paseo, allí estarían cuando cada uno vuelva a por sus cosas. La montaña tiene las puertas abiertas y el espíritu musical.


La cumbre con el Midi d'Ossau al fondo. Manopla que calienta las manos de la tierra. Cabeza de animal marino asomado a la tierra en busca del aire que junta la vida con la esperanza. El camino, con frecuencia, es largo y fatigoso. Pero la cumbre es descanso. Merece la pena la lucha: arriba brilla el sol de la promesa. Aquí tocaremos nuestras arpas, porque nuestro aliento estaba en el polvo pero nuestra amargura se volvió paz. Y nacerán nuevas cumbres ante la vista y sabrás que no estás solo porque acaso encuentras otro compañero que te fotografía el momento, acaso está el que te dice el nombre de alguna montaña, acaso quien te cuenta un chascarrillo sobre un pueblo de la zona. ¡La cumbre, eternidad cercana!


Desde el Anayet - Jose te podrá decir todos los nombres que se ven en derredor - están lejanos: La Gran Facha, Los Picos del Infierno, El Vignemale, el Garmo Negro... y multitud de picos cuyo nombre se me han evaporado en la memoria y quedan haciendo poso en el recuerdo de esta jornada de sueño, iniciada en una diminuta tienda de campaña y terminada en la cumbre del Anayet con los ojos verdes de naturaleza y azules de sol y tierra.

Javier Agra.


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