miércoles, 4 de noviembre de 2009

SIERRA DE BEJAR (III)

Habíamos dejado atrás la cumbre y cuerda de Talamanca, también llamada de los Asperones; en esta Sierra, cada cumbre y aún los diversos valles tienen varios nombres de modo que, no pocas veces, nos movemos entre la confusión. Que es un poco lo que ocurre en la vida, la indefensión es una constante humana entre la que nos bandeamos frecuentemente. Seguramente porque así debe ser: desde siempre hemos aprendido que no todo es negativo o todo es positivo, la mezcla ha hecho la vida y la naturaleza como la observamos a diario; somos mezcla de deseo, aspiración y conquista. Cada nuevo pensamiento afirma el pensamiento anterior y también lo pone en duda, así vamos creando y creciendo - Tesis, Antítesis y Síntesis decían los filósofos de otros tiempos -.
Sea como fuere, llegamos al breve Paso del Diablo - tal se llama el desnivel de la foto sobre estas líneas -. Es breve, en efecto, mas parece puesto por el mismo diablo, pues es una caída vertical con pasos de segundo grado y aún superior, de modo que aquí nos quedamos los montañeros devanando los sesos para imaginar una bajada - después tendremos que subirlo - y mantener la integridad física y psíquica. Afortunadamente, pasó por aquí algún ángel y colocó una cadena a la que nos agarramos y nos permite el paso. Con esta cadena se ilustra, una vez más, que no podemos juzgar y condenar o bendecir a la ligera. ¿No es igualmente cadena la que aprisiona y oprime, signo infinito de sufrimiento y penar, que la cadena que brilla sobre los hermosos cuellos para resaltar aún más la belleza, o la que en este lugar de la sierra - y en otros lugares de montaña - ayuda a llevar con más descanso la jornada?


Y vuelta a subir, hasta llegar a los dos mil cuatrocientos metros (la numeración que han puesto con pintura sobre las piedras está equivocada). Es el final de nuestra jornada. Hemos coronado el Vértice del Calvitero o Torreón, con ambos nombres se conoce esta cumbre coronada en la foto por Jose, agarrado al vértice geodésico que indica el final de la subida. (Una persona nos dijo una vez que parecía que estábamos abrazando una bombona de oxígeno: la comparación no es baladí, pues llegar al final del camino propuesto supone un vívido esfuerzo que nos hace respirar profundamente y con ronco cansancio).

La jornada ha sido de lumbre y espíritu valeroso. Hasta llegar a esta cumbre, hemos ido dejando atrás dificultades y problemas - sencillos de resolver, todo sea dicho -; también hemos visto cómo quedaban gentes que habían iniciado la ascensión y hacían una cumbre, dos cumbres... desde La Ceja muy pocos continuaron el camino.

Aquí nos quedamos un tiempo para contemplar la armonía del conjunto. Valles de Salamanca a un lado, más lejos las cumbres de la Peña de Francia, al fondo intuimos ¿o tal vez fantaseamos? la Sierra de la Estrella en tierras de Portugal. Bajo nuestros pies, el Valle del Jerte - verde y cerezos dormidos - y no lejos de nosotros el cacereño valle de Ambroz - todo belleza y silencio -. Todavía, en la dirección que hemos seguido, podríamos continuar hasta otra cumbre más baja - a la que también se conoce como El Torreón, ¡buena confusión de nombres! -. Pero hemos terminado. Regresamos por donde hemos venido, y en el camino la comida.

Javier Agra.







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