jueves, 31 de diciembre de 2009

PIPA, recuerdos (IV)

Tocaba a su fin la primera Navidad de mi existencia de perro, en este mundo de gozo y placidez: eso pensaba por aquel entonces. Para mí, todo habían sido cariños. Fue, durante aquellas fechas, cuando recibí el primer impacto visual y sonoro. De pronto me impresionó una revista, que ojeaba por casualidad, mientras llegaba el momento de ir al Metro, para aprender a bajar escaleras y tumbarme a los pies del asiento donde viajará el ciego con quien trabajaré en el futuro: estaba plagada de sangre y violencia. Lo más difícil de comprender fue que era provocada por los mismos humanos, aquellos seres que se definen como racionales, al mismo tiempo que machacan, contra toda razón, las muestras diversas de la vida que pueblan la tierra, para su disfrute y el gozo de su corazón.


Aquella primera Navidad sentí lástima de los humanos y su estrujado corazón. Después aprendí que esa válvula humana tiene el tamaño de uno de sus puños y comprendí, con dolor, que se pasan la vida luchando entre la fuerza y la dureza de sus puños y el latido cálido de sus corazones. La victoria, aprendí este tiempo de la Navidad, está asegurada hacia la paz, pero pasará mucho tiempo hasta que comprendan que sus manos han de ser para la caricia y el abrazo: están perdidos en la violencia.

Desde ese día, solamente puedo quererles. Comencé a entender las palabras de mis padres: ¡Pipa, hija mía, a los humanos hemos de quererles pues su corazón está bañado en sangre! El día que entiendan que la tierra sirve para sembrar flores que inunden de color el firmamento estarán salvados. Tal vez sea esa la razón por la que no he entendido su manía en llevarnos atados con collares y correas. No consigo entender que pretendan defenderse de nosotros siendo ellos sus peores enemigos. Varios de sus representantes filósofos son pesimistas respecto a su convivencia y su futuro; recuerdo al inglés del siglo diecisiete Hobbes quien desarrolló la teoría de que el hombre es un lobo para el hombre.

Luego estaban las luces, la ciudad engalanada de colores en medio de la noche…pues también era motivo de murmuración. Los humanos murmuran siempre: cualquier iniciativa de alguna persona tendrá inevitablemente un frente de murmuración. Que, creo yo, les falta espíritu de creatividad, aquel espíritu capaz de tener iniciativas sencillas y generadoras de entusiasmo; y si fallan, desde la humildad, retomar el espíritu creativo y avanzar hacia el futuro hasta que la luz de la esperanza se haga abanico de colores donde cada persona pueda elegir su favorito sin pretender anular los otros: es el conjunto lo que hace la belleza, la diversidad lo que crea riqueza.

¡Ay, aquella primera Navidad!


Actividad: Con esta foto de la Hoya Moros en la Sierra de Bejar, haremos una fotopalabra. Que cada quién piense, escriba y hable lo que le parezca, según este artículo.

Javier Agra.


1 comentario:

  1. Me encanta conocer los pensamientos y sentires de mi amiga Pipa.
    Quien escribe sus memorias, además de tener talento, posee una sensibilidad increíble. Muchas gracias!!

    Con respecto a la foto, se me ocurren las palabras: ombligo de volcán.

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