lunes, 18 de julio de 2011

CUCHILLÓN Y TRES MARES (I)

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Ya estamos surcando el aire entre el Cuchillón y el pico Tres Mares. 

Ahora  volamos por el cielo como aves musicales entre el verde y el ocre, entre el sudor y la sonrisa. Con el sudor de nuestra frente y las palpitaciones vivas de nuestra sangre podemos afirmar –con gritos y oraciones – que el Macizo del Alto Campoo, donde se unen los sistemas Cantábrico e Ibérico, ofrece unas buenas vistas de las cumbres del Alto Carrión y de los Picos de Europa. Más allá de las gotas de sudor que empañan los ojos de los montañeros, la mezcla de colores nos alimenta con esta grandiosa ensalada de vida. 

Habíamos pasado la noche en el Hotel "La Corza Blanca"...

Vista del Cuchillón y el tres Mares desde la terraza del Hotel. Todas la fotografías son instantaneas realizadas por Jose (excepto en las que él aparece, siempre encontramos en la montaña personas con voluntad de inmortalizar nuestra satisfacción)
 

Habíamos pasado la noche en el Hotel “La Corza Blanca” en Brañavieja, casi como únicos huéspedes en estos días de temporada baja, nosotros fantasmas de las cumbres  únicos durmientes en este lugar muy bien preparado todo el año y solamente utilizado por los esquiadores en tiempo de nieve.

Entre Madrid de donde partimos… también en las excursiones salimos de un lugar y llegamos a otro distinto. La Montaña es, como la vida, una multitud de rutas que se entrecruzan y mezclan, cada persona esperamos elegir siempre el mejor sendero que nos lleve a la cumbre donde la visión y la dicha llegan a su máximo regocijo. Entre Madrid y el alojamiento de Brañavieja disfrutamos del Valle de Campoo – torre de Proaño, castillo de Argüeso –. Hicimos una parada en Cervatos que tiene una de las cuatro Colegiatas de Cantabria, sus canecillos y capiteles están esculpidos con motivos denominados eróticos, su contemplación nos deja absortos – tal vez somos viajeros de otras épocas y otros modos remotos de sentir el arte –. También resulta original encontrar en Cervatos una portada con su tímpano esculpido con motivos orientales, además quedamos maravillados de la riqueza de los capiteles interiores. Una mujer del pueblo llegó con la llave y nos acompañó durante un buen rato, nos contaba la historia y sus historias con esa cadencia donde los relojes no tienen agujas y las horas las marca el canto de la alondra y de los gallos.

 En el ábside, entre otras maravillas, quiero llamar la atención sobre los tres ventanales por los que entre la luz, cómo símbolo de cada una de las tres personas de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo, Espíritu Santo.

Henos ya, con las botas calzadas y las mochilas prestas. Tomamos como punto de partida el aparcamiento de la estación invernal de Alto Campoo, a veinticinco kilómetros de Reinosa, pero muy cerca de donde pasamos la noche. Comenzamos la marcha cruzando el río Híjar (estamos a 1650 metros) y elevándonos por una verde loma que nos conducirá (OSO) al rellano del Descanso a mil novecientos metros después de una hora de ascensión. Es inevitable topar con remontes mecánicos, este soleado lugar que hoy es para nosotros lugar de paso, será el final de la ascensión para los esquiadores en invierno – seguramente las perspectivas y las esperanzas son distintas para cada persona, en la montaña como en la vida –. Continuando el ascenso con el mismo rumbo, el mismo entusiasmo y decisión, ahora por terreno pedregoso, alcanzamos las características llambrias de la cima del Cuchillón a dos mil ciento setenta y nueve metros. Estamos en la cúspide del macizo y no ha pasado aún las dos horas desde nuestro inicio. ¡Ha merecido la pena el calor y el esfuerzo, aquí se han tornado en fuego y ascensión!

 Desde el Cuchillón estamos viendo la montaña Palentina del Alto Carrión; sobresalen el Curavacas y Peñaprieta.
Javier Agra.

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