domingo, 24 de julio de 2011

CUCHILLÓN Y TRES MARES (II)

Entre el Cuchillón y el Tres Mares, las águilas tienen un circuito de entrenamiento, donde ensayan con las motos de sus plumas los próximos desfiles violentos entre los conejos y los ratones de campo. Las águilas estudian nuestras intenciones en vuelo veloz y se asombran ante nuestras mochilas y nuestros palos de montaña. Seguramente han decidido que no somos enemigos en esta lucha por la supervivencia y, sigilosas como aparecieron, se van hacia otros horizontes.


Estas piedras, entre carbón y volcán, nos hacen de alfombra para seguir nuestra ruta ahora por la cumbre que enseguida se hace diminuta planicie hasta que encontramos una cortada – infinita barrera para nosotros que no sabemos volar –. Allí, boquiabiertos admiramos los caprichos de la naturaleza y los gozos de la estética. Por fin a Jose se le ocurre proponer buscar una bajada, este no es buen lugar para quedarse a vivir.
- He visto un hito más atrás, dice Jose que observa pistas mientras camina.
- ¡Volvamos! Exclama Elisa, deseosa de continuar la aventura.
- Este sendero nos puede ayudar a bajar a la próxima ladera. Aporta José María.
- Y yo sigo pensando en el musgo y los guijarros. Esto lo digo para mis adentros mientras pongo cara de aportar alguna solución ante mi ineptitud montañera. 

Vista de Tres Mares y Sierra Sagra, desde el Cuchillón.

Festones de piedra sobre nuestras cabezas, el eco de nuestros latidos acompañan siglos de latidos que merodean por cuestas de piedra y ribazos de hierba. Paso a paso la frente se llena de gozo y el corazón de libertad. Otra coratada en las piedras nos cierran el sendero, otro descenso… las rocas quieren conversar con nuestra esperanza. Manos y pies para reiniciar el sendero que nos permite transitar por los tajos que rompen la serenidad de la sierra. Hemos superado un vistoso collado y remontado otra cresta de este mar de pétreas olas.

Ya estamos en el Portillo de los Asnos, pegada a la vertiente palentina una enorme pista nos permite pasear con el sosiego de no tener que pensar senderos ni saltos. Es un tiempo breve, pues enseguida sale a media ladera una senda clara que nos llevará a superar el farallón de rocas en su parte más débil. A partir de aquí solamente falta subir, se han terminado las cortadas, los miedos, los sobresaltos… La montaña, que nos ha puesto a prueba, ha pensado que somos dignos de llegar a la meta.

 Monte arriba hacemos una pausa para la foto entre la cruz y la esperanza.

Ahora sí, hemos llegado al Pico Tres Mares. 

Desde aquí las pupilas – que nos han prestado las águilas – se recrean con el verde de Cantabria y con el verde-ocre de Palencia- De aquí arranca el Hijar que, muy pronto, comenzará a llamarse Ebro y lleva nuestros sueños al Mediterráneo; aquí mana el Nansa en cuyas aguas se mecen nuestros deseos hasta el Cantábrico; en esta cuna el Pisuerga tiene sus pañales y su música con nuestra música camino del Atlántico.

Desde el Pico Tres Mares estamos viendo los inicios del río Nansa y la Sagra.

 Collado de la Fuente del Chivo, fotografiado desde una terraza del hotel "La Corza Blanca"

Bajamos al Collado de la Fuente del Chivo. Lugar de encuentro de pensamientos llegados desde  diversas rutas; botas que vienen caminando otros senderos; rutas que aglutinan a quienes venimos de las alturas con sueños de pájaros, violines y eternidad, con los que llegan desde los bajos valles cargados de trompetas, reptiles y deseos. Un poema de Gerardo Diego: Ni una gasa de niebla, ni una lluvia… deja escrita en la piedra la siempre presencia del paso del tiempo… deja apoyado en algún pedestal nuestro suspiro presente para un futuro de libertad y trabajo. La vuelta será solamente tiempo y conversación, esperanza y buenos deseos, mientras atajamos monte abajo hasta llegar al lugar de donde partimos: el aparcamiento del Alto Campoo. Siempre volvemos al lugar de donde salimos, siempre ausentes y siempre soñando el lugar de origen. Nuestra vida es un suspiro de montañas y un rumor de saludos, hasta que algún día exclamemos el definitivo: He vuelto.

Javier Agra.

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