viernes, 28 de septiembre de 2012

PIPA: PENSAMIENTOS


Ahora, que es temprano y el sol aún está adormecido en su carro de caballos alados, pienso, mientras aspiro el aroma de la hierba recién regada, en la multitud de personas que veo cada mañana pasar por delante de mis ojos. La mayoría me saluda, me cuenta sus aspiraciones; la mayoría deducen que estoy cansada del camino y de los años. Yo se que el pensamiento es reposo y necesidad y siento dulzura en las miradas, sonrío y las fauces se amplían como si quisieran imitar a un cocodrilo; pero yo se que, en los años de existencia que hasta hoy he consumido, nunca he asustado a nadie más que algún pusilánime incapaz de asumir que todos – perros, humanos, piedras, aves, árboles, llovizna… – formamos parte de la misma naturaleza integrada.

Con frecuencia, entre toque y toque de guitarra, me tumbo y rumio pensamientos.

De los que pasan veo su corazón; limpio…desconcertado…estupefacto…triunfante…A veces tengo la sensación de participar en el bíblico festín de Baltasar y releer las letras del anuncio del desastre final sobre los muros de cal (tal como cuenta el profeta Daniel 5, 1-31): se han terminado los días de tu civilización, la balanza no puede con tu arrogancia y se romperá la seguridad; tendrás que comenzar nuevamente a construir desde un corazón limpio aceptando otras formas de pensar y de actuar.
Tumbada en la hierba descubro que ayer es pasado, hoy es otra vida con las mismas aspiraciones idólatras de todos los siglos: el dinero es nuestro becerro de oro mientras los libros permanecen cerrados entre la pátina y el polvo de alguna estantería. ¿Estuve aquí hace tiempo, en otra vida? Parece que suenan en mis orejas los mismos discursos de todos los siglos. Es el día del silencio de los oradores; que se callen, que se callen los oradores y podamos así escuchar la voz de la tierra.
Vamos a pasear cuando el sol ya empieza a bajar, hacia la vertical de los chopos y más allá. Y yo sigo llamando a la luz.
Javier Agra.

sábado, 15 de septiembre de 2012

ARRIBES DEL DUERO: MIRANDA DO DOURO


Las ninfas juguetonas del Egeo se han desplazado a estas grutas adiestradas por el Duero, quieren un tiempo de reposo y vacaciones por los Arribes del Duero; puesto que son tan mitológicas y tan livianas recorren los mares y las montañas más deprisa que las tormentas y el pensamiento. Pero al llegar a Miranda, en la frontera entre Portugal y España, es tal su embeleso que deciden sacar sus tenues velos de las maletas y poner nido entre las aves rocosas, para ver como nadan las bogas y los barbos; los tritones les son muy familiares; pueden desplazarse montadas en las comadrejas y deben cuidarse de los buitres que no saben de cortapisas mitológicas; dormirán después en los fornidos nidos de las águilas. La belleza del paisaje ha enamorado a las ninfas y a otros mortales que pasaban las jornadas de descanso por estos lugares.

Familiares y amigos hacen piña en el Castillo de Braganza.

Llegamos desde el castillo de la ciudad portuguesa de Braganza. Castillo recio que mantiene inconclusas las peleas de antiguos guerreros, hoy dedicados al comercio y a la agricultura por ser labores más creativas. Llegamos a Miranda donde el castillo es solamente unas paredes en ruinas con su pozo artesano vacío de agua, lleno de misterio y épica; Miranda de pasados siglos y ciudad nueva, ambas partes unidas y mirando al Duero; podría haberse quedado dormida en el Medievo, pero sus raíces florecen en edificios nuevos. Murallas, catedral, edificio antiguo para cobijar un hospital nuevo. Medievales puertas dan entrada a parques modernos. Cabalga Miranda, sobre una colina, a lomos del Duero.

Casa del Parque. Centro de interpretación de los Arribes del Duero, en Fermoselle.

Seguimos. Vamos hasta el embalse de Fermoselle, el de los doscientos metros de altura, gozamos las vistas con la boca abierta y nos acercamos al pueblo; más arribes y una casa de interpretación de los Arribes del Duero. Pueblo levantado sobre una ladera interminable desde el Duero hasta el cielo.

Coro de jóvenes cantores entre las piedras de la historia de los Arribes del Duero.

Y los Arribes que no terminan, siguen lentos más allá de las puestas de sol, de las lluvias y de los vientos. Las ninfas del Egeo han encontrado en estas tierras, soledad y misterio. Tal vez las lágrimas de Níobe estén petrificadas para siempre en estos hermosos arribes, tan lejanos de aquellos parajes donde nacieron las mitologías. Tal vez las lágrimas de Níobe hayan producido estas heridas oquedades en la roca; tal vez aquí resuenan para siempre las melodías libres de las ninfas, las sirenas, las lamias y las valquirias… (¡Curioso! ¿Solamente cantan las deidades femeninas? Porque los faunos tocan la flauta, pero no cantan).

Se ha puesto el sol. Duerme Miranda do Douro entre la fantasía mitológica del tiempo y los sonidos permanentes del bullicio de la jornada recién terminada.

 Javier Agra.  

lunes, 10 de septiembre de 2012

ARRIBES DEL DUERO: LOS PUEBLOS DE LA RAYA


Si paseas, amigo lector, por los Arribes del Duero desde las tierras de Zamora, tendrás tiempo de conversar con el arrendajo y el azor, podrás mirarles a los ojos y descubrir en el brillo de su mirada el profundo misterio de los siglos. Tendrás tiempo de conversar incluso con el pasado remoto y con los días recién terminados. Porque la soledad de aquellos peñascos invita a conversar y a estas alturas de la vida, cuando dedicas tiempo a este lento sosiego, ya has aprendido que es necesario platicar en silencio con las aves y las rocas, con la vegetación y con el agua.

El Puente Pino tiene un solo ojo para cruzar el Duero. El agua está aún más abajo.

El agua del Duero allá abajo. Curvas y más curvas antes de pisar el Puente Pino…no importa si hasta aquí has venido algún rato en auto-stop – los Arribes son muy amplios para recorrerlos a pie –. En las cercanías debes echar pie a tierra, caminar sobre sus cien años de historia y detenerte en su mitad para escuchar las viejas consejas de tantas personas que pasaron, por aquel lugar, el Duero a través de pequeñas barcas. Te dirán del esfuerzo de los siglos, de cómo era necesario detenerse en medio de la subida pues la cuesta y la carga eran pesadas; te dirán cómo subían con más ánimo cuando el objetivo era visitar a su amor al otro lado del divisorio y unificador río.

Desde el Puente Pino se ven muy bien amplias zonas de Los Arribes del Duero.

Entre Aliste y Tras Os Montes tenemos una “raya”. Sin apenas darte cuenta, porque el sol de la tarde estará ya de conversación contigo, te habrás adentrado en los pueblos de la comarca de Tras Os Montes en Portugal. Allí aprenderás que para los habitantes de la “raya” no existe la frontera; solamente es “una raya” imaginaria que lleva siglos sin ningún significado porque ir de allí o venir aquí no significa visitar el extranjero, es solamente seguir caminando y disfrutando del mismo sol, el mismo aire y la vida común que unifica a todas las criaturas de la tierra.

Estos, que hoy son corrales, fueron antaño viviendas y casas familiares.

Cuando esté cayendo el sol, puedes llegar hasta Moveros – en Zamora – donde el sosiego se hace artesanía de siglos, donde el barro se transforma en belleza por efecto de hábiles manos, del calor amoroso del fuego, de la paciencia…Podrás ver calles de asfalto con reminiscencia de siglos, mientras escuchas en el aire el crujir de los carros. Detente, viajero lector, ante alguna casa antigua donde muchas generaciones hicieron posible que hoy se hayan construido modernos edificios y tiendas y casas con sombra en el postigo. Si estás cansado, cena y duerme; mañana será otro día para seguir paseando, amigo lector, por los Arribes del Duero.

La cerámica de Moveros tiene fama y nombre en el mundo. Coloco esta foto de un niño de mi casa que está iniciándose en la  hermosa tarea de dar vida al barro de la tierra.

Javier Agra.

domingo, 2 de septiembre de 2012

ARRIBES DEL DUERO: DESDE LA ERMITA DE LA VIRGEN DEL CASTILLO



 Ermita de la Virgen del Castillo en Fariza – Zamora –

A las orillas del Duero llegó caminando la Virgen del Castillo una tarde de junio por aquellos tiempos en que las guerras aún atronaban las fronteras de los ríos; los cristianos más arriba del Duero, por abajo las tropas del islam. Las tardes se presentaban sangrientas porque los dos bandos querían dominar. Un pastor de las tierras de moros se enamoró de una pastora cristiana de Fariza:
“Mal camino llevamos, amiga; por nuestro amor nos pueden matar”.
“No temas, amado mío, a los cuchillos del mal. Si nos quitan aquí la vida nos veremos en el más allá”.
Las tropas les están cercando y la cristiana valiente buscaba camino para escapar.
“Dame la mano, mi moro, huyamos por el peñascal”.
“Mi cristiana, te doy la mano y la vida, que no me la han de arrebatar”.
Desde Duero hacia las alturas suben los enamorados, con las tropas detrás.
“Detén a tus huestes, rey cristiano, no mates a mi musulmán”.
“Vuelve al campamento, rey moro, que a mi cristiana me quieres arrebatar”.
Y dicen que en estos peligros bajó una gran dama, con traje de luz celestial,
tomó de la mano a los amantes y los llevó hasta la cima, a través del encinar.
Por abajo se baten dos bandos con derramamiento de sangre y con llanto sin final; mas los dos enamorados se instalaron en aquellos lugares, escondidos por la señora, hasta la guerra terminar.
De aquellos amores de antaño nacieron, ya en tiempos de paz, cabañas de pastores y casas para habitar; hoy son varias poblaciones descendientes de los amores y de las ansias de paz.

Vista de los Arribes del Duero desde la Ermita. España y Portugal son tierras cosidas por las agujas del tiempo con los hilos que bajan por las riberas del Duero.

Siglos más tarde, llegamos Jose y yo por aquellos lugares y nos quedamos admirados de tanta hermosura reposando allí siglos y lunas. Lo cierto es que un señor de Cuzcurrita nos indicó el mirador de la Virgen del Castillo como el mejor lugar desde el que disfrutar de la vista de los Arribes. Saliendo de Fariza hacia Mámoles, enseguida sale una carretera bien indicada a mano derecha que lleva hasta la Ermita de la Virgen del Castillo. Nosotros no llegamos a saber si el enclave perteneció primero a Cuzcurrita o ya nació siendo de Fariza, sabemos no obstante de su belleza. El sosiego de la explanada y la sombra de higueras y olivos invitan a la meditación y a cantar al amor, a la paz y a la libertad como hicieron, hace muchos años, los enamorados del cuento que acabo de narrar y que no he encontrado en ningún archivo ni en la voz popular. Pero yo estoy convencido de que fue un buen inicio para aquellos parajes donde el Duero se frena y mira a lo alto para ver los “Viriatos” de la romería de junio.

Conversan el Duero y el Santuario para dar esperanza a las gentes que se acercan desde los pueblos vecinos y a quienes llegamos desde lejos; nos dan esperanza y ánimo a quienes sabemos que los problemas humanos eran los mismos hace mil años que esta mañana; a quienes podemos pensar que es tarde para actuar pero es nuestro momento de actuar, que han pasado muchas cosas malas paro que es nuestro momento de intervenir. Conversan el Santuario y el Duero, de madrugada, antes que canten los gallos y comiencen a moverse los habitantes del lugar y los turistas de la lejanía.

Vaya usted a saber si no seremos descendientes de los amores de aquellos moros y cristianos que hace más de mil años buscaban su querencia entre riscos y rebaños de las pacientes ovejas.

Javier Agra.