lunes, 10 de septiembre de 2012

ARRIBES DEL DUERO: LOS PUEBLOS DE LA RAYA


Si paseas, amigo lector, por los Arribes del Duero desde las tierras de Zamora, tendrás tiempo de conversar con el arrendajo y el azor, podrás mirarles a los ojos y descubrir en el brillo de su mirada el profundo misterio de los siglos. Tendrás tiempo de conversar incluso con el pasado remoto y con los días recién terminados. Porque la soledad de aquellos peñascos invita a conversar y a estas alturas de la vida, cuando dedicas tiempo a este lento sosiego, ya has aprendido que es necesario platicar en silencio con las aves y las rocas, con la vegetación y con el agua.

El Puente Pino tiene un solo ojo para cruzar el Duero. El agua está aún más abajo.

El agua del Duero allá abajo. Curvas y más curvas antes de pisar el Puente Pino…no importa si hasta aquí has venido algún rato en auto-stop – los Arribes son muy amplios para recorrerlos a pie –. En las cercanías debes echar pie a tierra, caminar sobre sus cien años de historia y detenerte en su mitad para escuchar las viejas consejas de tantas personas que pasaron, por aquel lugar, el Duero a través de pequeñas barcas. Te dirán del esfuerzo de los siglos, de cómo era necesario detenerse en medio de la subida pues la cuesta y la carga eran pesadas; te dirán cómo subían con más ánimo cuando el objetivo era visitar a su amor al otro lado del divisorio y unificador río.

Desde el Puente Pino se ven muy bien amplias zonas de Los Arribes del Duero.

Entre Aliste y Tras Os Montes tenemos una “raya”. Sin apenas darte cuenta, porque el sol de la tarde estará ya de conversación contigo, te habrás adentrado en los pueblos de la comarca de Tras Os Montes en Portugal. Allí aprenderás que para los habitantes de la “raya” no existe la frontera; solamente es “una raya” imaginaria que lleva siglos sin ningún significado porque ir de allí o venir aquí no significa visitar el extranjero, es solamente seguir caminando y disfrutando del mismo sol, el mismo aire y la vida común que unifica a todas las criaturas de la tierra.

Estos, que hoy son corrales, fueron antaño viviendas y casas familiares.

Cuando esté cayendo el sol, puedes llegar hasta Moveros – en Zamora – donde el sosiego se hace artesanía de siglos, donde el barro se transforma en belleza por efecto de hábiles manos, del calor amoroso del fuego, de la paciencia…Podrás ver calles de asfalto con reminiscencia de siglos, mientras escuchas en el aire el crujir de los carros. Detente, viajero lector, ante alguna casa antigua donde muchas generaciones hicieron posible que hoy se hayan construido modernos edificios y tiendas y casas con sombra en el postigo. Si estás cansado, cena y duerme; mañana será otro día para seguir paseando, amigo lector, por los Arribes del Duero.

La cerámica de Moveros tiene fama y nombre en el mundo. Coloco esta foto de un niño de mi casa que está iniciándose en la  hermosa tarea de dar vida al barro de la tierra.

Javier Agra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario