martes, 23 de julio de 2013

ESTAR EN BABIA: CUMBRES DEL SIL

Vencida está la tormenta del sueño, los vendavales de la noche calurosa se han hecho plácido sosiego en la Posada Real “El Rincón de Babia” cuando desayunan los montañeros calderos de ilusión, manjares de esperanza. El río Sil ha cambiado las endechas por cantes de alboreá cuando el sol alumbra por Montihuero y Peña Orniz bailando bodas con el naciente Sil. En la cima de la montaña es siempre el alba y siempre es medio día, cabalgan las horas entre el fuego luminoso y la neblina; caminan los montañeros ardiendo bajo la luna en los collados y los techos de ojos inmensos hasta que los reinos se agrupan sin nombres y sin fronteras.

En la zona de las fuentes del Sil.


Breve nombre y larga historia, entre águilas celestiales y diminutas hierbas el Sil aprende su nombre entre montañas, allí donde el cielo se recorta con la tierra. Claras aguas al nacer, entre las manos cálidas de los montes que te rodean, vete pradera adelante a contar a las auroras sueños de amanecer en las tierras de pastores; camina mi buen Sil por terreno sin pisadas a descubrir nuevas rutas, a cantar entre cascadas y a volar con los halcones en las tardes de remanso y de cacerías de supervivencia; donde poses tus ojos, buen Sil, allí se detendrá mi mirada para contemplar lo que fuimos en la lejana infancia que yo vengo, igual que tú, de los brazos de la tierra hasta el misterio del mar donde el agua se hace azul y se mezclan los nombres y las palabras.

Manantiales del Sil en las faldas verdes de la pedregosa montaña de Peña Orniz.


Desde las cumbres saltan los ojos por las montañas de Babia y sus valles, desde las cimas de San Emiliano hasta Carrasconte queda en la retina la tierra leonesa repleta de himnos e historia, navío entre el mar y la llanura que expande por el mundo el canto de las aves y los colores de las flores. Mezcla de aves y violetas, todas las cumbres cantan al aire libre con las tubas de pluma y el espacio de la vista hace presente al mundo entero en la música y los colores, la plenitud de la tierra corteja al día hacia el lecho de la luna. Valles, lagos, collados y cumbres, respiración de vida y silencio, surgen desde el suelo hasta las cumbres donde sueña el espíritu de los montañeros.

Instantes antes de llegar a la cima de Peña Orniz, nos desplazamos a la derecha de la cima para contemplar laguna, valle y montañas.


La claridad del día trae destellos de horizonte, en la cima de Peña Orniz se reúnen las montañas del Sil para hablar de estrellas y nubarrones; forman un solo bloque desde la raíz hasta la inmensidad de las cumbres; la pausa de la noche ha dado paso al bullicioso encuentro de las horas del día, en el valle cantan los grillos respuestas veloces al croar de las ranas que ponen acento verde a las invisibles lagartijas y a la lentitud de los peces. Cumbres de cerviz calva sobre las barbas de los collados de nieve blanca; las montañas susurran presente, conversan de lo que fueron… de lo que serán cuando tengan que enfrentarse otra vez a los días de luz y a las jornadas de tormenta; las montañas hablan del mañana porque tienen experiencia de siglos bajo sus cumbres talladas; han visto la fragilidad de la roca caliza, gastada siglo a siglo por la constante gota del agua.

En el valle que nace el Sil hacen cálido cuenco las montañas sobre el Collado de la Cueña y la Laguna Las Verdes.


Y de repente, el mar pone visillos blancos para ocultar las olas, el horizonte resbala su luz que es transparencia con forma de cumbres y desde aquí adivinamos un mar mientras el púber Sil se está anegando en otro mar distinto, en las cumbres caben todos los mares y todos los pueblos. El horizonte moldea las palabras: los montañeros, sentados sobre unas piedras, conversan sin levantar la voz ni bajar la mirada para fijar en la mente las cumbres del Sil, aquel río de la escuela que hoy se ha hecho adulto mientras mojaba, a nuestro paso, las botas.

Hacia el norte, paseamos sueños sobre Somiedo hasta los Picos Albos, más al fondo lejanas cumbres conversan con las nubes que quieren llegar al mar entre sueños de sirenas, de pulpos gigantes y de barcos hundidos con tesoros de ultramar.



Javier Agra.

1 comentario:

  1. Pau-Babia País Leonés4 de octubre de 2013, 8:34

    Pecioso Blog, como Babiano se agradece, abrazos y a seguir con ilusión.

    ResponderEliminar