martes, 29 de julio de 2014

MONTE TUBKAL: EL REGRESO



Traemos a la cima nuestro agónico triunfo, nuestra fatigada gloria. Quienes caminamos por las montañas, sabemos que no damos por realizada la tarea montañera hasta que no hemos vuelto al punto de partida. Así pues, diré que el descenso nos ocupó el mismo tiempo que la subida, ambas lentas y en el tiempo estipulado por diferentes grupos que habían estado en anteriores ocasiones.   

Además de la Pirámide del Tubkal, la cima es un amplio espacio como esquema de meseta, donde las aves sabiamente confiadas pasean y se acercan a los montañeros esperando que les entreguemos un pistacho a algún peaje alimenticio. Al fondo la Aguja de Tadat, las cumbres del Tinhararin y Adrar Aguelcim.


Nosotros regresamos con los tres presupuestos cumplidos: volvimos sanos, volvimos como amigos, volvimos con la cumbre realizada. A menudo Jose y yo nos mirábamos asombrados de haber pasado por esas empinadísimas cuestas, en la subida el aliento constante de la meta borra las dificultades o las disimula al menos, mientras bajamos tenemos presente los posibles resbalones, recordamos con perfección los siguientes lugares por los que hemos de pasar pero no los vemos; el Tubkal exige sosegada precaución en el descenso.

Biiginnussen, Aguja de Tadat y Tinhararin


Las montañas del Atlas han forjado un amplio rincón de Marruecos escondido en el silencio y la soledad, un entorno que se acerca al cielo con brillos de sol rojizo; una tierra sin siglos, parece que el instante es siempre el mismo con las mismas concienzudas cabras y hasta las mismas jaimas de los primeros pobladores cuando ya cultivaban el Argán sin saber que siglos después sería, como es hoy, una importante fuente de trabajo y de crecimiento. Hoy continúan las jaimas en la zona del Refugio, como al principio de los años veinte del siglo pasado cuando un pequeño grupo de montañeros franceses crearon el Club Alpino del Alto Atlas de Marruecos y ascendieron al Tubkal en mil novecientos veintitrés como una importante hazaña para la historia.



Ante el Refugio del Tubkal recordamos a las aldeas bereberes, imazighen “los hombres libres”, que se cuelgan en las laderas de las montañas, las cultivan, las aman. Recordamos a grandes personajes, que comenzaron a nacer entre estas fabulosas montañas, más cerca o más lejos de estos lugares, y han intervenido en la historia de nuestra cultura. El dramaturgo poeta Publio Terencio “El Africano”, el rey Massinissa quien fundó el reino de Numidia coincidiendo en el tiempo con el también africano Septimio Severo emperador de Roma, San Agustín pensador teólogo que nació ya más cerca del mar en algún valle de rojas tierras.

Pero hemos de iniciar el descenso desde el Refugio hasta Aremd y después a Marrakech, mundos que se encuentran tan cerca y a tantos siglos de distancia. En esta fotografía están “nuestra mula” y Hassan que nos alimentó estos días con mucho mimo.

De la vuelta hasta Aremd solamente diré que fue plácida desde el sendero y desde el recuerdo. Y para quienes amen la sencillez, la paz, la armonía propongo un paseo circular que puede incluir llegar al Refugio y volver, eso supone un día bien empleado. También propongo otro bellísimo circuito entre Imlil y Aremd, pasearán por parajes que parecen de otros fértiles lugares entre manzanos, nogales, agua y verdor. El inicio tanto da en un pueblo como en otro, se van a juntar en este sendero bajo el nogal de la fotografía.

Bajo este nogal se juntan los senderos que vienen desde Imlil y desde Aremd, camino del Refugio.

Nosotros comimos en Aremd…recordaremos durante mucho tiempo la variedad de ensaladas y el té caliente que quita la sed y la fatiga, al tiempo que reanima el espíritu. Nos despedimos de Brahim, hasta Imlil nos acompañó Hassan. De nuevo ante nosotros esta hermosa imagen del sosiego y del trabajo del valle que será, ya para siempre, cordón umbilical con la montaña del Tubkal.  


Desde Aremd, contemplamos los nogales que llegan hasta el pueblo de Imlil y, más allá, el valle por el que iremos a Marrakech atravesando Asni y Tahanout.

Javier Agra.

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