lunes, 12 de enero de 2015

POR EL PUERTO DE LA FUENFRÍA ENTRE SENDEROS



Esta jornada comienza en el frecuentado aparcamiento de Majavilán,  Dehesas de Cercedilla, cuando los pinos están aún de madrugada. Subimos buscando el Camino Viejo de Segovia por el que subimos hasta el Puerto de la Fuenfría. Mi corazón canta inmensidad cada vez que recorro este lugar de mansedumbre y firmeza hacia el futuro, hacia el espacio abierto.
A ritmo de mañana, entre los iniciales rayos, llegamos hasta la Fuente de la Fuenfría. Este es un cruce de caminos, monte arriba por la senda de Cospes hasta el Camino Schmid que se desmembra por las alturas de Siete Picos o llega al Puerto de Navacerrada.

Al pasar por la fuente de la Fuenfría, me detengo a recordar a las diferentes generaciones de montañeros que han hecho más cómodo nuestro paso actual por estos caminos.

Nos echamos monte abajo por el GR 10.1…El GR10 une la localidad valenciana de Puzol con Lisboa, además va teniendo distintos pequeños ramales. Por esta vertiente segoviana de los pinos de Valsaín pisamos escasos lugares de nieve que en su mayoría estaba helada, aquí recordamos que, además de ser montañeros, es necesario ser cuidadosos con la naturaleza y con la vida en todas las circunstancias.

Trescientos metros más abajo, cruzamos el Arroyo Minguete de sosegadas aguas. Ahora estamos en un terreno de desplazamiento horizontal, los pinos conviven con múltiples acebos en una lección de convivencia necesaria en todo tiempo, también ahora que noto una sensación de discordia en nuestra sociedad; un ambiente de enfado se extiende por la atmósfera y es necesario tomar aire limpio del monte, aire cantarín de las aves, frescor risueño de los arroyos.

Cruzamos el Arroyo Minguete.

Subimos a la Fuente de la Reina en el entronque con la Carretera de la república, aún en la vertiente de Segovia. Aquí un tiempo de sosiego y bocadillo para enterarnos que durante buena parte del siglo dieciocho con Felipe V, este lugar fue muy trabajado para allanar el paso a los reyes españoles en su ir y venir hasta la Granja; por estos mismos lugares quedan restos de lo que fue un palacete de reposo en sus andanzas de caza.

Volvemos, los montañeros, por la Carretera de la República hasta el Puerto de la Fuenfría. Este paseo es un prolongado mirador sobre Peñalara y la amplitud de la Sierra. Cuentan los pinos la dureza del invierno en sus quejumbrosas y retorcidas ramas, narran historias del poderoso viento en sus entrañas.

Hicimos una parada en la Fuente de la Reina entre pinos y acebos.

Comenzamos a descender por la Calzada Romana que unía Mérida y Zaragoza; en este tramo que tenemos a mano, después de dejar atrás Alcalá de Henares, Titulcia…  pasaba entre Madrid y Segovia, según identificó Antonio Blázquez en mil novecientos diez. La Vía XXIV romana la mandó construir Vespasiano el siglo I después de Cristo. En esas consideraciones llegamos al Puente de Enmedio y a la ensanchada y amplia Pradera de Corralitos lugar donde coinciden la Calzada Romana, la Calzada Borbónica, el Camino Schmid y la Carretera de la República. Ésta última, desde la estación de Cercedilla hasta el sanatorio, se llama Camino Puricelli porque así se llamaba la empresa que realizó el trazado y las obras de la citada Carretera.

El Descanso de los Ceballos pone a los montañeros Calzada Borbónica adelante hasta en Puente del Descalzo que se construyó en tiempo de Felipe V sobre la Vía XXIV del Itinerario de Antonino; por aquí nos han informado de un enterramiento que algunas leyendas dicen del mismo rey godo Recesvinto; otros aseguran que es la tumba del austríaco Schmid, importante personaje de estos caminos pero que murió recientemente en mil novecientos sesenta y cinco. En cualquier caso, el montañero Schmid no está enterrado aquí.

Sea como fuere, aquí está la fotografía del lugar como homenaje a todas las personas que han colaborado a construir un futuro mejor para la humanidad.

Nosotros llegamos al coche, después de caminar algo más de cuatro horas y con un desnivel en nuestra mochila de más de setecientos cincuenta metros. Hoy nos sentimos unidos a la historia entera pues pisamos lugares que ya estaban antes de que los humanos holláramos estos suelos, pisamos por donde los romanos construyeron, por donde siguieron los siglos dieciocho y veinte ideando y dando forma a carreteras. Toda la historia pasa de nuestras botas al corazón mientras contemplamos la hermosura sin tiempo de las montañas que ponen melodías de paz a nuestro espíritu.

Javier Agra.

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