miércoles, 14 de diciembre de 2016

MEDITACIÓN



Al Mirador de las Canchas se accede desde diferentes lugares. Recomiendo La Barranca o también la Senda del Chiquillo.

Era una soleada mañana de bufanda y abrigo cuando la tierra entera entona cánticos de entusiasmado goce, cuando la PAZ baila en la etérea atmósfera, cuando los arbustos murmuran sosiego…

Las botas del montañero pesan muchos metros de desnivel caminado, la mochila oculta sudor en la espalda fatigada, las pupilas brillan en risueña y exultante mirada hacia las cumbres… 

El montañero se descalza las botas, se libera de la mochila y tiembla emocionado mirando hacia la nieve libre, hacia el aire limpio, hacia la purísima belleza de las olas en cumbre…

El orbe entero aplaude la quietud de este paisaje, el mar lejano susurra al viento recuerdos de millones de años, las aves son notas musicales que cantan entre los valles arbóreos en la inmensidad del pensamiento compartido con toda la naturaleza por la pequeñez del montañero sentado sobre la roca, el verdor, el agradecimiento, la levedad del pensamiento, la grandiosidad de la montaña.



El montañero cierra los ojos y conversa con la montaña que frente a él luce misterios de eternidad. A la derecha la cumbre de La Maliciosa con su precioso circo es una mano cálida para recibir a los montañeros. Continúa con suavísimo descenso el Collado del Piornal que da paso al alto de Guarramillas, conocido como Bola del Mundo, entre barrancos y cortadas, bellísimos senderos por donde tantas veces hemos respirado libertad. Más allá se intuye Valdemartín y la Cuerda Larga. Y más allá, fuera del Guadarrama, Ayllón; y el lejano Moncayo; y también los Pirineos de escondidos senderos y acariciadas cumbres; y los pueblos todos de la tierra dentro de la soñada paz del montañero.

El montañero se calza las botas, se cuelga la mochila y camina con un temblor emocionado hacia la nieve y hacia la cumbre…

Javier Agra.

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