domingo, 22 de abril de 2018

HACIA LA MALICIOSA


Hasta la Maliciosa se puede ascender desde diferentes puntos por diversos caminos, todos llenos de esfuerzo y entretenimiento.

Esta mañana avanzamos con el coche por la carretera de Colmenar hasta el kilómetro cincuenta y siete; de la misma rotonda con la escultura semejante a un “tirachinas”, sale uno de sus ramales hasta la urbanización Cercas Mayores donde aparcamos para comenzar nuestra búsqueda de la Maliciosa por una ruta diferente a todas las que había hecho hasta el día de hoy.

Se trata de seguir una pista bien dibujada y con la dirección apropiada entre las diferentes pistas que, en algún momento, se entrecruzan como si estuvieran recordando aquel juego de mi infancia que llamábamos “pica cruzada” y consistía en correr detrás de otro niño hasta alcanzarlo, cuando se “cruzaba” alguno de los participantes entre el que “la ligaba” y su “presa”, era necesario correr detrás del nuevo objetivo. Así empleamos muchas horas en Acisa de Las Arrimadas y otros muchos pueblos. 

Eran años en los que los pueblos de muchas zonas de España tenían escuela con varios niños. En mi infancia éramos veintidós en total, de diferentes edades y con un solo maestro; los mayores se ocupaban de los recién llegados, aprendíamos los números y las letras de una manera cooperativa. Lo natural entre las personas era echarnos una mano unos a otros, así crecimos desde los primeros recuerdos que conservo.

Hoy estamos camino de La Maliciosa. Enseguida hacemos una parada para contemplar la presa de Los Almorchones, pequeña retención de agua que sirve para regar algunas huertas y otros diferentes usos agrícolas.  

El monte está plantado de pinos con escaso vigor, crecen algunas jaras, piornales variados. La pista llega hasta un collado que agrupa nuestro camino con otra pista que sube desde la urbanización de Vista Real. En pocos minutos llegamos hasta el embalse de La Maliciosa que almacena agua potable para atender a Becerril de la Sierra con sus diferentes núcleos urbanizados. Los pinos que pueblan este entorno han tenido más éxito y, aún siendo muy jóvenes, parecen tener mejor futuro que los que dejamos atrás.

Desde el embalse de la Maliciosa contemplamos el valle por el que después subiremos buscando el Peñotillo y la Maliciosa.

Bordeamos el embalse y nos adentramos en un valle bucólico mecido por jaras y arbustos. Enseguida encontramos un sendero que hará apacible nuestro ascenso. Un pino solitario en medio del sendero invita al reposo y al sosiego, su copa entrega sombra y silencio. Apenas lo saludamos pues estamos buscando un vivac del que hemos oído comentar.

El sendero busca diferentes variaciones en este valle de serena ensoñación. Llegamos hasta el vivac.

Suenan trémulos los arroyos que bajan desde los cordales de Los Asientos y Los Almorchones, agrupan sus aguas en el Arroyo Jardinera para jalear el verdor del valle en esta primavera, para acompañar el bullicio amoroso de las aves, para acompasar su paso al latido de los montañeros que suben con cadenciosa ilusión entre la nieve y el verdor brillante, entre la luminosa respiración del sol y el chapoteo de las botas.  
  
Disfrutad conmigo del PEÑOTILLO, así se llama esta pétrea mole que es un FILÓSOFO dormido con su frente, ojo, nariz, boca y mentón. Con él conversé entre la sosegada luz y la esforzada marcha; con él contemplé la austera vida de la primavera y la PAZ serena de esta tierra.

Serpentea el sendero para suavizar el esfuerzo de los montañeros. El esfuerzo mismo es una parte interesante de las salidas a la montaña; la compañía, es también una delicia de esta actividad; el silencio del entorno y del corazón y de la mente, engrandecen el alma hasta eliminar fronteras; los paisajes, las vistas, la fantasía, el aire, el sol, las aves, los diminutos animalillos, el contacto con la tierra…Hacen que la pequeñez humana sea más compartida, sea más liviana, sea fuente de paz y entusiasmo de futuro.

Recién superados los mil setecientos metros, nos dimos cuenta de que a nuestra derecha, en el cordal de Los Asientos nos estaba vigilando un dinosaurio. Esta fotografía muestra su figura escondida entre las rocas.

Llegamos al Collado. A nuestra izquierda quedaba superado el Peñotillo. Comenzamos el ascenso entre el Peñotillo y la Maliciosa. Utilizamos el piolet y los crampones; subimos; nos esforzamos; sudamos; nos resbalamos; nuevo intento; ánimo; nos detuvimos; regresamos sin coronar la cumbre.

Aquí estoy con cara de ¡vaya, no siempre conseguimos aquello por lo que luchamos!

Javier Agra.

domingo, 15 de abril de 2018

ENTRE ESPAÑA Y PORTUGAL: LA CANTERA


Hubo un tiempo en que en España se construyeron multitud de pantanos. En el punto justo donde el Duero comienza su frontera entre España y Portugal, La Raya decimos en aquellos pueblos, en los Arribes de Zamora también se construyó el Salto del Castro inaugurado el doce de diciembre de mil novecientos cincuenta y dos.

Para llevar a efecto tamaña efemérides, previamente en la segunda mitad de la década de los cuarenta, se edificó todo un pueblo “El Poblado de El Castro” así llamado porque está dentro del término municipal de El Castro. Tenía este lugar todas las instalaciones que constituyen una población bien abastecida, con su escuela, su templo, farmacia, piscina y pistas deportivas. Una preciosidad, además del Cuartel de la Guardia Civil y numerosas casas con espacios comunes de recreo y esparcimiento.

La CANTERA ocupa media montaña. Ved señales de los barrenos con los que sacaron la piedra. Las paredes forman un anfiteatro de sonoridad magnífica.

No voy a poner ninguna fotografía de la desolación en la que ha quedado y que en la actualidad se ofrece a los visitantes como monumento a la devastación que sometemos las personas a los edificios abandonados, la destrucción absoluta que llevamos a los pueblos sin habitantes. ¿Cómo un pueblo tan exclusivo pudo ser entregado a la barbaridad, el saqueo, la destrucción, la vileza humana? Su abandono el año mil novecientos ochenta y nueve supuso su rápida destrucción a manos de la rapiña.

Para construir todo este complejo de pueblo y presa se necesitó la materia prima que salió de la piedra labrada y transportada desde una cantera cercana hasta la que se accede por un camino de tierra de unos cinco kilómetros. Allí se pueden contemplar otras infraestructuras derruidas de lo que fueron gruesos y fornidos postes y engranajes para cableados seguros y firmes con los que vencían el amplio desnivel de barrancos y arroyos.

La CANTERA vista desde lo alto de la montaña que permanece con su vegetación, sus paredes y sus prados.

Media montaña de piedra está hoy arrancada a base de dinamita y maquinaria, de esfuerzo y cálculo humano, de tiempo de trabajo seguramente bien dirigido y bien realizado. Hoy aquella antigua cantera está formando un lago de agua permanente en el que han aportado vida en forma de peces y otros seres acuáticos. Allí han nacido salgueros frondosos, diminutos prados, allí anidan aves, allí llegan los ciervos trotando, allí encuentran consuelo a su sed diferentes especies de animales.

Aquella antigua cantera es hoy un espacio lleno de vida animal y vegetal.

Recité un poema de Bertolt Brecht para apreciar la sonoridad del anfiteatro que forman hoy las paredes de la media montaña que se mantiene en pie. Magnífico eco sonoro de la tierra. La visión de la CANTERA produce una mezcla de sinsentido y entusiasmo, de desazón y gozo. Después de salir de aquel lugar yo hago una propuesta: id a ver la CANTERA con su mágico silencio, con su bullicio de vida; después no vayáis nunca a ver el pueblo donde está creciendo la desolación y el desaliento. Guardad en vuestro recuerdo la fantasía de la CANTERA.

Javier Agra.

miércoles, 11 de abril de 2018

ENTRE ESPAÑA Y PORTUGAL: CASCADAS DE ABELÓN


Realmente son unas “cascadas” de temporada. Cuando termina mayo, de estas aguas no quedan ni los hilos; nos aseguraron en Abelón, pueblo de Sayago que conserva la soledad y aspereza de estas tierras llenas de embrujo y misterio antiguos. Dicen las leyendas que el pueblo debe su nombre a la diosa romana de la guerra Belona, hija de Júpiter y Juno, esposa de Marte. Acaso madre de estas campiñas llenas de pedregales por donde el Duero tiene que pelear constantemente con enormes arribanzos para llevar el agua hasta el Atlántico. Arribanzo es como nombran en Aliste y Sayago a estos cañones de profundos despeñaderos del río. 

Escultura de la diosa Belona en el Jardín de Verano de San Petersburgo. La fotografía no es de mi cámara de fotos; algún día me llegaré a esa bella ciudad para contemplarla en directo.

Aparcamos el coche en el pueblo y caminamos los cumplidos cuatro kilómetros que lo separan del Duero; es una caminata ligera y agradable para una tarde de cálida primavera, entre “cortinas” (así se nombran aquí a los prados cercanos al pueblo) pobladas de fresnos y encinas, con rumiantes vacas, voladoras cigüeñas, cantarinas aves despreocupadas. La vegetación se vuelve jara y matojo entre los pedregales cercanos al Duero.

Cascada de Abelón.

Estos días primaverales llega el bullicio del arroyo de la Cunca, es un agreste desplome de agua sobre el Duero. Abelón tiene visitas estos días para contemplar esta curiosa cascada de temporada. Sus moradores de antaño construyeron tres niveles de molinos, aprovechando el agua del arroyo de la Cunca, de los que hoy solamente se conservan algunas piedras y cavidades para eterna memoria de la fiera constancia y la determinación férrea de supervivencia.


Esa escarpada roca, boca abierta sobre el Duero, es el mirador en el que desemboca el sendero de La Poyata.

Admirados más por el antiguo trabajo que por la cascada actual, regresamos hasta el llano de la meseta para caminar por el sendero de La Poyata hasta llegar al mirador sobre el Duero que es una especie de vivac que la piedra misma ha construido, de hermosa vista y complicado acceso. Entre las curiosidades de la zona, merece la pena acercarse a la muy cercana “piedra de la Campana” que presentan los carteles añadiendo que “no es una seta” aunque muy bien podría ser admirado como monumento micológico.

La Campana es una curiosa formación rocosa con pequeñas cavidades en su parte inferior, que la erosión ha convertido en música.

Esta curiosa formación rocosa muestra unos alvéolos en su parte inferior que los siglos y la erosión han convertido en pequeñas cavidades con diversidad de notas musicales si el visitante tiene paciencia y las hace sonar con suaves toques de su mano. A estas formas de erosión les llaman tafoni los geólogos. Es un concierto de la naturaleza, de la vida, del ensueño, de los siglos. Son las ventanas con que la piedra se asoma a los siglos venideros para conversar con las personas de todos los tiempos que se acercan por estos paisajes de libertad y sueño, para contarnos que los humanos formamos una costura con la naturaleza de todos los tiempos. 

Javier Agra.